Recientemente se lanzó un libro bastante interesante para todos aquellos curiosos de la actuación norteamericana en el campo europeo durante la Guerra Fría, en una guerra que se libraba en unos campos de batalla bien distintos a los militares.La CIA y la Guerra Fría cultural (Debate, 2013) es una nueva versión del libro publicado en 1999 por Frances Stonor Saunders.
La creación de la CIA en 1947 tuvo como función inicial la idea de combatir el comunismo y su expansión a lo largo del mundo, para ello realizó varias acciones completamente alejadas de una acción de guerra, algunas bastante curiosas:
Pasados unos meses después de su creación, la agencia tuvo su primera gran misión: influir en las elecciones italianas de 1948. El Partido Comunista Italiano estaba financiado por la URSS y llegó a contar con más de dos millones de afiliados (para que nos hagamos una idea, el Partido Popular actualmente tiene algo más de 800.000) y tenía serias posibilidades de hacerse con el poder. Así que además de financiar generosamente al Partido Democristiano, se organizaron exposiciones sobre el alto nivel de vida de los trabajadores americanos, se volvieron a emitir en los cines películas de mensaje anticomunista como Ninotchka, se incentivo el envío de varios millones de cartas por parte de inmigrantes italianos en Estados Unidos a sus parientes advirtiéndoles del peligro comunista, se publicaron cartas falsificadas con las que desacreditar a los miembros del PCI y en Sicilia, debido a las altas tasas de analfabetismo, se organizó un espectáculo de marionetas ambulante con un mensaje político adecuado. Finalmente la Democracia Cristiana logró la victoria con un 48,5% de los votos. Misión cumplida. Desde entonces la CIA procuró crear una relación fluida con el Partido Socialista Italiano, dentro de su estrategia general de favorecer a la izquierda no comunista. Ese mismo año también tuvo lugar el puente aéreo en respuesta al bloqueo soviético de Berlín, una formidable operación logística de la que Estados Unidos salió fortalecido ante la opinión pública internacional. (Jotdown, 2013).
Sin embargo, hubo otro proyecto aún más importante para utilizar la cultura a la hora de influir en la opinión publica por ambos bandos: En 1949 se realizó en Paris el Congreso Internacional por la Paz organizado por la URSS este incluso contó con el apoyo de destacados artistas como lo fueron Charles Chaplin y Pablo Ruiz Picasso, este Congreso presentó a los soviéticos como hombres que querían la paz mundial mientras que a los Estados Unidos se les mostró como una nación belicosa solo interesada en la guerra.
En 1950 llegó la respuesta norteamericana al organizar en Berlín el Congreso para la libertad de la cultura en el cual acudieron personajes como Raymon Aron, A. J. Ayer y André Malraux desde allí surgió una asociación denominada Asociación Internacional por la Libertad Cultural la cual comenzó a publicar revistas como Encounter o Cuadernos que tenían una clara linea editorial en favor de Estados Unidos y además estaban financiadas por la CIA e influyentes empresarios como lo fueron Ford y Rockefeller.
También se realizó esta influencia en distintos medios como libros por ejemplo Un yanqui en la corte del rey Arturo que incluso llegaron a ser perseguidos dentro de la URSS, cuyo autor Boris Pasternak tuvo que rechazar incluso el Premio Nobel debido a presiones rusas, este premio también era parte de la competencia ideológica que incluso llevó a que Pablo Neruda nunca lo recibiera debido a ser demasiado izquierdista para el gusto americano.Sin embargo, la expansión norteamericana por el mundo se realizó de una forma que no era la pensada en un principio por el gobierno, la música pop, el cine e incluso en productos de alimentación como la Coca-Cola, la forma de vestir, entre otras, un ejemplo de ello es la música de jazz que era emitida a Europa Oriental a través de Radio Europa Libre, otro ejemplo es el cine que comenzó a mostrar a actores como John Ford o John Wayne cuyas películas solían mostrar mensajes en contra del comunismo de una manera no tan explícita, lo cual llevó a C.D. Jackson a decir que:
"la utilización más eficaz de las películas americanas no es diseñar toda una película para tratar un determinado problema, sino hacer que en las películas normales se introduzca una línea de diálogo apropiada, un comentario, una inflexión de voz, un gesto". Incluso las películas fueron pantallas para realizar otras operaciones encubiertas tal como ocurrió con la Operación Argo.
En el fondo todo era propaganda que se supo camuflar perfectamente para evitar ser identificada como tal, ya que cuando se reconoce pierde todo el efecto que podría desear.
Fuentes
-La CIA y la guerra fría cultural, Frances Stonor Saunders (Ed. Debate)
-La propaganda anticomunista durante la guerra fría. Javier Bilbao. Jotdown. Disponible en http://www.jotdown.es/2013/03/la-propaganda-anticomunista-durante-la-guerra-fria/
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